Mi infancia son recuerdos de chocolate
y pan duro, también de lagartijas
sin rabo, de bocata en la mochila,
de tardes con olor a comba y tiza.
De mis quince años queda la visión
de una puerta, con todo lo que eso
significa, de faldas de colegio
de monja, de una noche a frío lento.
De lo que pasó luego
no hay mucho que contar.
Me fui haciendo viejo.
Creo que este poema lo confirma.
jueves, 25 de octubre de 2007
Memorias
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