miércoles, 17 de octubre de 2007

En una plaza

Me encontré en la Riviera francesa,
al pie de los Alpes marítimos,
en una plaza con puestos de toldos a rayas.
Hacía fresco, y el más hermoso
atardecer que hayas visto
descendía de las montañas
y dejaba una acuarela pastel en las ventanas.
Se habían acabado de encender las farolas,
de esas antiguas y esbeltas, entre naranjos,
y sonaba el acordeón de las terrazas.
Por aquí y por allí las chicas
tomaban café, miraban al cielo,
besaban a jóvenes alegres
y me imaginé escribiendo un poema.

Hay sitios buenos para suspender el tiempo,
estar siempre, inarrebatables,
benditos lugares donde se podría morir.
Y éste es uno de ellos, pensé
mientras devolvía la foto.

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