Él acaricia su piel, camino hollado,
claro habitado de rescoldos,
refugio de expediciones antiguas,
paisaje de noches que él no vivió.
La acaricia como extensión de jungla,
sintiendo la vida de otros seres latir.
La recorre tocando otras manos,
la besa encontrando otros labios.
Ella es una tierra sin cercos ni fronteras,
un campo sabio abonado con valor.
Él lo sabe.
Por eso cava hondo en sus entrañas,
lejos del páramo que ayer compartía,
ese lugar donde probara el hastío
que padecen las estatuas en las plazas.
Por eso él comprende
y en la madrugada, agradecido,
cava hondo y dulce el mundo,
cava hondo y dulce en sus entrañas.
En las de ella
y en las de él.
lunes, 22 de octubre de 2007
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1 comentario:
joder
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