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lunes, 15 de diciembre de 2008

Fe en la errata

Las flechas desviadas al final
aciertan otro blanco;
Las derivas desvelan continentes;
alguien huele y adopta
las cartas sin remitente.
El día que acudí
al sitio equivocado, a la hora impropia,
allí estaba esperándome
la muchacha más linda
de este baile de locos en deshaucio.

Cada desliz da cuerda,
cada gazapo prende.
Prometo tener fe
en la errata siempre.

Juan Antonio Bermúdez
NOTA: Espero que te gusten y que disculpes, querido Juan, las variaciones que he hecho sobre el texto original -ya sabes, servidumbres de la musicación-. Para los que quieran leer el poema original, éste se encuentra en su imprescindible libro de poemas -del que ya hemos hablado tanto aquí- 'Compañero enemigo', editado por Libros de la Herida en su colección Poesía en resistencia, o en este enlace, que pertenece al blog de nuestro amigo, cantante de rock y poeta logroñés Enrique Cabezón, alias KB, al que aprovecho para mandar un saludo fuerte.

domingo, 8 de junio de 2008

Poemas que canto

CAPITAL DEL MIEDO
(David Eloy Rodríguez)

Estoy cercado, muchos lo dicen.
Mi ansia chocará contra los muros,
acabaré a golpes convertido en piedra.
Mudo, convencido, sin tacto,
entre arrepentimientos y lamentaciones,
finalmente sin ansia. Eso dicen.

Quieren mi miedo.
Pues aquí está.

Desde ninguna parte,
desde el dolor,
desde la capital del miedo.
Mi miedo, mi abrupto,
descarnado, terrible,
odiado, ansioso miedo...
Pero no mi rendición.

Dicen que acabaré sordo,
que acabaré solo,
yo que no soy nada ni nadie solo.
Dicen que me convencerán,
que nos convencerán los muros,
eso dicen y que debemos saberlo.
Estamos atrapados hagamos lo que hagamos,
igual que ellos, que todos, eso dicen.

Quieren mi miedo.
Pues aquí está.

Desde ninguna parte,
desde el dolor,
desde la capital del miedo.
Mi miedo, mi abrupto,
descarnado, terrible,
odiado, ansioso miedo...
Pero no mi rendición.
Pero no nuestra rendición.

martes, 8 de abril de 2008

Poemas que canto

Los mendigos
(Miguel A. García Argüez)

Vente, cariño, conmigo.
Viviremos debajo de un puente
y seremos felices juntitos
el uno al otro espulgándonos.
Podemos pedir también
limosnita en la boca del metro.
Tocaré yo mi guitarra, cariño, y te cantaré
y tú bailarás la danza de los siete harapos
y de noche en un bidón mantendremos ardiendo
la llama de nuestra pasión.

Será de nuestro amor testigo, amor mío,
la luna en los bancos podridos del parque
y los gatos bañados en la luz blanca y nocturna
nos cantarán tangos de Gardel.

Y cuando llueva cariño
dormiremos en la puerta de la iglesia
y abrazados tiernamente
nos reiremos del mundo y sus prisas.

Y cuando muramos, cariño,
los dos al mismo tiempo
los perros lamerán nuestras llagas
y nos llevarán juntitos a enterrar allá lejos,
muy profundo, al íntimo laberinto oscuro
dulce de la alcantarilla.

lunes, 10 de marzo de 2008

Poemas que canto

Este texto siempre será necesario y tendrá sentido para mí, pero ahora más que nunca. Esto es una pequeña acción de gracias.

Como el que pide habitación en un hotel en llamas
(David E. Rodríguez)

Mis amigos aman vivir
de una manera furibunda, definitiva.
Aman la música y sus latidos,
la palabra, los cuerpos,
la compañía, la verdad... Sobre todo
aman la vida.

En este país que como todos suicida a los poetas
ellos esquivan la vida en prosa
–esa maleta gris para encerrar a las gaviotas–.
Y es que mis amigos, esos infelices,
cuando son felices nada puede detenerles,
ninguna pared puede pararles
aunque tarde o temprano aparezcan
los cobardes o la policía.

Por eso aunque un día suceda
una excursión de abismo,
un estallido de pena y ya no estemos
siempre estaremos.
Porque resistir se dijo y se dice
con la boca de la sangre abierta.
Porque aunque nos quieran cortar la luz
siempre tendremos velas.

Porque ellos,
mis amigos,
me salvaron,
me salvan
la vida.

martes, 12 de febrero de 2008

Poemas que canto (VII)

Los resistentes
(Alberto Porlan
Adaptación: David E. Rodríguez/Iván Mariscal)

Hoy han vuelto los chicos que partieron,
los chicos que escaparon de sus casas
para reunirse luego en los oscuros bosques
jurando resistir hasta la muerte.

Han regresado al pueblo esta mañana
los que viven resistiendo.

Los he visto en la plaza y he dudado.
¿Por qué no se parecen a aquellos que se fueron
con los ojos velados por una justa rabia?
Estos traen acero brillando en las pupilas
y las manos callosas y llenas de arañazos.

Los que viven resistiendo.

Estos no quieren nada, han conocido
la sencilla verdad de la muerte y de la vida
y avanzan con pie firme y veterano gesto.
Mercaderes, verdugos, no los perdáis de vista.
Más tarde o más temprano os hundirán el templo.

Los que viven resistiendo.

Y traen armas nuevas, lanzallamas
de besos inauditos y carros de combate,
blindados de exactísimos abrazos
y cazas que interceptan a todas las falacias
y bombarderos llenos de palabras como golpes.

Los que viven resistiendo.

Han cambiado estos chicos, ahora traen el aire
del que se siente libre y liberar desea,
del que no traga ya los terrones de azúcar,
del que no está dispuesto a aceptar los decretos,
del que escupe a la cara del necio poderoso.

Los que viven resisitiendo.

Estos no quieren nada, han conocido
la sencilla verdad de la muerte y de la vida
y avanzan con pie firme y veterano gesto.
Mercaderes, verdugos, no los perdáis de vista.
Más tarde o más temprano os han de hundir el templo.

Los que viven resistiendo
han regresado al pueblo.

domingo, 27 de enero de 2008

Poemas que canto (VI)

Amantes
(David Eloy Rodríguez/Iván Mariscal)

Amantes como la costa y el mar
desde tan lejos y enfrentados.
Quisieran que su pasión de arcilla fuera eterna,
quisieran vivir en el milagro.

Han nacido de la llama.
Arañan con sus uñas el aire,
la tierra, el agua...
Su desnudez es el río
que serpentea
a través de la guerra.

Un río que quisieran que tuviera
una orilla solamente.
Son fieras enmarañadas en la selva,
seres encerrados en un solo corazón.

Amantes como tú y yo que buscamos lo imposible:
condenados sosteniendo lo infinito,
dos interrogantes que contestan todas las preguntas,
recién nacidos en el corredor de la muerte.

Hemos nacido de la llama.
Arañan nuestras uñas el aire,
la tierra, el agua...
Nuestra desnudez es el río
que serpentea
a través de la guerra.

Amantes
como la costa y el mar.

jueves, 17 de enero de 2008

Poemas que canto (V)

Berlín
(Miguel A. García Argüez)

Vino el otoño a llover sobre Berlín.
Octubre asmático y gris
que purificó las calles desiertas
y dejó charcos estrechos en Karlplate.

El cielo limpió los papeles y las botellas
en un rito de resacas y quirúrgicas perezas.
Qué difícil esta madrugada
mirarse al espejo con la cara adormilada
y encender la chimenea
y subir al autobús.

Parece todo tan igual...

Y sin embargo qué color más extraño
en los coches patrulla
rodando suavemente bajo el aguacero.
Qué misterioso maullar de gatos perezosos
en la boca de las alcantarillas.

Parece todo tan igual...

Berlín se lavó la cara con la lluvia vespertina,
esta lluvia narcótica y flexible
que parece hoy tener el mismo olor
a tierras nuevas aquí y allí.

Parece todo tan igual...
Parece todo tan igual...
Parece todo tan igual...

miércoles, 2 de enero de 2008

Poemas que canto (IV)

Bueno, pues aquí estoy recién sanado de una gripe maligna venida desde la mismísima capital del infierno que me ha tenido seriamente perjudicado y lesionado de gravedad para lo que quedaba de campaña navideña. Pero he vuelto. Y que mejor que hacerlo con este caramelo del señor Valero, al que por cierto -yo no quería- contagié esta malaria ibérica. Salud.

El lenguaje de la inocencia
(José M. Gómez Valero)

Si nacer se parece
a la nana que cantan las cerezas
la luna es una cuna de lana.

Si los abrazos labran lazos
la pantera está entera hecha de pan
la pantera está entera hecha de pan.

Si el odio es el oro
del dios que nos envidia
la verdad es ver un dado girar
dentro del puño.

Si la risa
es la esencia de la brisa
la calma es un cálido mar.

Si el silencio es decir
sí lentamente al vacío
yo le que digo es trigo, trigo, trigo
yo lo que digo es trigo, trigo, trigo.

Si el odio es el oro
del dios que nos envidia
la verdad es ver un dado girar
dentro del puño.

Y si la herida
es herencia de la vida
manar siempre hermosura es hermanar
manar siempre hermosura es hermanar
manar siempre hermosura es hermanar...

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Poemas que canto (III)

Amanece
(Iván Mariscal)

La aurora es un resquicio en la persiana
donde se cuela, plácido, el tiempo
en forma de luz. Sonia todavía
duerme. Las frías losas de su cuarto.
Los fríos pies de dedos diminutos.
La fría piel que espera estremecida.

Y ese frío marido que es un cuerpo,
sólo eso, un cuerpo que le estorba.
Y esa fría mañana que le espera
y ese frío interior que tanto duele
y esa fría tristeza que no ceja
-algo así como un cáncer en las manos-.

La aurora llegará sin calor. Sola.
Y el día será frío. Noche. Sonia.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Poemas que canto (II)

Zoo de animales heridos
(David Eloy Rodríguez/Iván Mariscal)

La mujer no duerme, nunca duerme,
no puede dormir por las noches.
Se queda tumbada en la cama
esperando que alguien llegue
y apague la luz.

A él le gustaba la niña de la Alameda
así que iba a buscarla cada noche.
Se sentaba en un banco
a una distancia prudente
con un litro de cerveza
y se ponía a mirarla todo el tiempo.
Aquella niña-mujer con un abrigo de serpiente blanco...
La deseaba con locura, realmente la deseaba,
pero se limitaba a observar
cómo ella subía a los coches
de hombres horribles sin sonreír.

La mujer y él y la niña de la Alameda
habitan una jaula en el zoo de animales heridos.
Tú y yo y todos nosotros habitamos también
una jaula en el zoo de animales heridos.

Y somos animal y guardián
a la vez.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Poemas que canto (I)

Inauguro aquí una nueva sección donde procuraré ir poco a poco colgando los textos de algunas de mis canciones. En su mayoría, son creaciones de diferentes miembros de La Palabra Itinerante, colectivo al que como sabéis y ya dije más abajo pertenezco, que luego musico. Debajo del título pondré el autor o autores del poema.

Empiezo con una canción que ya no suelo tocar y una de las pocas cuya autoría textual es mía. Sin embargo, es una canción a la que le tengo mucho cariño y cuyo mensaje me conviene recordar en estos días de incertidumbre, cuando con los primeros fríos uno nota un humilde pero terco desamparo.



Lección de gramática
(Iván Mariscal)

Cansancio de poner paréntesis a mi sonrisa
y diéresis al reguero de la tristeza.
Ansia de puntos suspensivos, nunca finales,
justo detrás de tu nombre en mis labios.

O de lo que quizá es más importante
-sí, sin duda, lo más importante-
deseo de mayúsculas en toda la frase.