Sigues buscando veranos
entre los surcos habitables del mundo.
Ansías mañanas de pájaros
en la zurrapa caliente del café.
En la médula amarilla de los huesos
deseas la valentía del náufrago,
y encuentras sólo la vida.
Acaricias en calma sus nalgas,
procuras el descanso y hallar reposo.
Hueles el mar buscando paz,
te acuestas invariablemente a las diez,
y encuentras sólo la vida.
Contemplas la gente que camina,
huyes en noches tristes de los amigos.
Te despides de mí en los andenes,
agitas un pañuelo bajo la lluvia
y encuentras sólo la vida.
Hay que ver qué cosas.
Nos creemos feos,
fracasados,
odiosos,
y a cada paso que huimos
se nos acerca
tenaz, tozuda,
la vida.
martes, 22 de abril de 2008
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