Fue un hombre tan alto de espíritu
que los dioses le hacían
cosquillas en los pies
y era capaz de detener las lágrimas
y de darles puntapiés al silencio.
Fue un hombre tan alto de espíritu
que coleccionaba desengaños y rendiciones
y los exponía como cuadros viejos
en las paredes de su salón.
Fue un hombre tan alto de espíritu
que el dolor y la enfermedad
le parecían vanas amenazas
de absurdos seres de bata blanca.
Fue un hombre tan alto de espíritu
que la muerte y la conversión
le parecían vanas promesas
de absurdos seres de bata oscura.
Fue un hombre tan alto de espíritu
que era capaz de detener lágrimas
de darle puntapiés al silencio
o de hacer disfraces de carnaval
con ayes de hombres tristes
inexplicablemente tristes
inexplicablemente solos y tristes
tristes y solos sin explicación.
Fue
y lo es.
miércoles, 21 de noviembre de 2007
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2 comentarios:
Es una preciosa elegía.
Ojalá todos pudiéramos merecer una así.
ayer que le di sepoltura a un amigo supo lo grande que era su espiritu, por que hoy toco la puerta y contre tu canción
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