Este texto siempre será necesario y tendrá sentido para mí, pero ahora más que nunca. Esto es una pequeña acción de gracias.
Como el que pide habitación en un hotel en llamas
(David E. Rodríguez)
Mis amigos aman vivir
de una manera furibunda, definitiva.
Aman la música y sus latidos,
la palabra, los cuerpos,
la compañía, la verdad... Sobre todo
aman la vida.
En este país que como todos suicida a los poetas
ellos esquivan la vida en prosa
–esa maleta gris para encerrar a las gaviotas–.
Y es que mis amigos, esos infelices,
cuando son felices nada puede detenerles,
ninguna pared puede pararles
aunque tarde o temprano aparezcan
los cobardes o la policía.
Por eso aunque un día suceda
una excursión de abismo,
un estallido de pena y ya no estemos
siempre estaremos.
Porque resistir se dijo y se dice
con la boca de la sangre abierta.
Porque aunque nos quieran cortar la luz
siempre tendremos velas.
Porque ellos,
mis amigos,
me salvaron,
me salvan
la vida.
lunes, 10 de marzo de 2008
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4 comentarios:
Primero fue una obra maestra el poema. Luego, tu voz y guitarra con el poema. Lo que son las cosas: no existe la perfección, sino los pelos de punta cuando la cantas.
pues sí, nobody´s boy, pues sí... es que el muchacho regala empatía con el temita este!!
te quiero mucho, campeón!!!!!!
Consigues devolverle 'un sentido más puro a las palabras de la tribu' (Mallarme) y eso estalla en los ojos y en las manos del que toca tu voz y escucha a tus manos.
Sois unos privilegiados, la hecatombe audaz y resistente, el escudo del temblor y la ira, unos generosos y leales poetas de lo real.
La amistad, cuna del ser, del ser de palabras, de palabras de honor, es la más valiosa, quizá la única, perdurable gracia que con los años rejuvenece, se muscula y acaba por dar un sentido otro a la supervivencia, al combate, incluso al ir desapareciendo.
Ivan, ¡qué ganas tengo de conocerte!. Supongo que habrá ocasión a no tardar.
Un abrazo grande
Viktor
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